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SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

DOMINGO 7 DE JUNIO DE 2009

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20

Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del P
adre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.»


COMENTARIO

En este día la Iglesia celebra el misterio de la Santísima Trinidad, celebra a Dios Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Nos podría parecer innecesaria esta fiesta ya que en todas las celebraciones y oraciones nos dirigimos a Dios Uno y Trino, sin embargo lo que se quiere resaltar en esta fiesta es la misión de las personas divinas y no tanto profundizar ni explicar el misterio trinitario.

Con esta festividad se nos quiere recordar cómo este Dios se ha dado a conocer a través de los acontecimientos, a través de la historia concreta de un pueblo. Y es a partir de ahí donde debemos buscarlo porque su presencia se deja descubrir por la vivencia y experiencia humana y no por la vía intelectualista.

Las constantes intervenciones de Dios en la historia de su pueblo han permitido que sus hijos puedan saber de Él cómo actúa y qué quiere para la humanidad. La experiencia de un Dios cercano y compañero de camino dice que Dios es Padre Creador, Hijo Redentor y Espíritu Santo Santificador.

Aunque es un dogma difícil de entender, fue el primero que entendieron los Apóstoles. Después de la Resurrección, comprendieron que Jesús era el Salvador enviado por el Padre. Y, cuando experimentaron la acción del Espíritu Santo dentro de sus corazones en Pentecostés, comprendieron que el único Dios era Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Los católicos creemos que la Trinidad es Una. No creemos en tres dioses, sino en un sólo Dios en tres Personas distintas. No es que Dios esté dividido en tres, pues cada una de las tres Personas es enteramente Dios.

Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Además, sabemos que cada una de las Personas de la Santísima Trinidad está totalmente contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre ellas.

Con todo, las personas de la Santísima Trinidad son distintas entre sí, dada la diversidad de su misión: Dios Hijo -por quien son todas las cosas- es enviado por Dios Padre, es nuestro Salvador. Dios Espíritu Santo -en quien son todas las cosas- es el enviado por el Padre y por el Hijo, es nuestro Santificador.

La misión trinitaria podemos verla claramente en la Creación, en la Encarnación y en Pentecostés:

En la Creación, Dios Padre está como principio de todo lo que existe. Es Él quien nos llamó a la existencia y el que ha puesto en nosotros el deseo de amarlo y anhelar la felicidad.

En la Encarnación, Dios se encarna, por amor a nosotros, en Jesús, para liberarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna. Por este misterio todo hombre está unido a Dios.

En Pentecostés, el Padre y el Hijo se hacen presentes en la vida del hombre en la Persona del Espíritu Santo, cuya misión es santificarnos, iluminándonos y ayudándonos con sus dones a alcanzar la vida eterna.

Toda nuestra vida está marcada y orientada por el amor trinitario. ¿Que decimos al persignarnos? "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" Es más que una costumbre de los católicos, es deseo de la presencia de Dios en la vida y en el día que toca vivir.

Cada vez que hacemos la Señal de la Cruz sobre nuestro cuerpo, recordamos el misterio de la Santísima Trinidad. Pero también, además de reafirmar nuestra identidad, nos comprometemos a vivir de acuerdo a su santa y divina voluntad.

- En el nombre del Padre: Ponemos la mano sobre la frente, señalando el cerebro que controla todo nuestro cuerpo, recordando en forma simbólica que Dios es la fuente de nuestra vida.

-...y del Hijo: Colocamos la mano en el pecho, donde está el corazón, que simboliza al amor. Recordamos con ello que por amor a los hombres, Jesucristo se encarnó, murió y resucitó para librarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.

-...Y del Espíritu Santo: Colocamos la mano en el hombre izquierdo y luego en el derecho, recordando que el Espíritu Santo nos ayuda a cargar con el peso de nuestra vida, el que nos ilumina y nos da la energía para vivir de acuerdo a los mandatos de Jesu
cristo.

Por último, Dios se nos revela como familia, como comunidad perfecta en el amor. Si nosotros somos imagen de Dios, hemos de vivir en comunión de amor con los demás, cumpliendo cada uno la misión propia, y así iremos configurándonos con Él y comunicando al mundo el rostro de Dios trinitario.

EVANGELIO DOMINICAL

SEXTO DOMINGO DURANTE EL AÑO

15 DE FEBRERO DE 2009

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 1, 40-45

En aquel tiempo:
Se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme.» Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado.» En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: «No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.»
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.

COMENTARIO
Este relato se encuentra en los tres evangelios sinópticos. A simple vista parece uno de los tantos relatos sobre las curaciones de Jesús. Pero haciendo una lectura más profunda descubrimos que el evangelista quiere contarnos de un problema socio-religioso de aquel tiempo. Es el caso de la lepra que representa la impureza de una persona.

En aquella época y cultura la lepra era considerada una enfermedad grave, un mal altamente peligroso por lo que aquellos que la adquirían debían ser separados de la comunidad para evitar cualquier contagio. Vivían los leprosos en aldeas destinadas para ellos y en los cementerios.

Los leprosos no podían ni acercarse a una persona sana y menos aún que alguien los pudiera tocar porque también quedaba impuro automáticamente. Este estado de impureza no les permitía integrarse en la sociedad ni participar en los actos religiosos, por lo tanto eran personas excluidas.

Dice san Marcos que un leproso se acercó a Jesús y de rodillas le dice: “si quieres, puedes purificarme”. Lo que hace este hombre es una afirmación sobre el poder de Jesús, es un voto de confianza en que sólo Dios puede purificar. Es esto lo que ha conmovido al Salvador y lo que lo llevó a tocarlo y purificarlo.

El evangelista hace notar que se trata de una purificación y no de u
na sanación porque lo que necesitaba el leproso era reintegrarse a la comunidad y solo podía lograrlo si el sacerdote del templo comprobaba que ya estaba purificado.

Aquí tenemos que pensar dos cosas: 1) ¿Cuántas veces el mal que hay en nosotros, que hicimos o nos hicieron, nos alejó de Dios y de los hermanos y de la comunidad? Pero también 2) ¿Cuántas veces habremos separado y excluido a personas solamente porque las hemos considerado malas, impuras o pecadoras?

Por gracia, el evangelio de hoy nos enseña que sólo Dios puede purificar nuestra vida interior, sólo Él puede limpiar nuestras manchas que la historia fue adhiriendo en nuestro ser. Sólo Dios puede conocer el grado de impureza que hay en nosotros y de acuerdo a esta realidad puede intervenir en nuestra vida personal, familiar y comunitaria.

EVANGELIO DOMINICAL

QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO



8 DE FEBRERO DE 2009


Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 29-39

Jesús salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.
Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él.
Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando.
Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos te andan buscando.»
El les respondió: «Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido.»
Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.

COMENTARIO
Lo primero que debemos decir es que este relato es continuación del que se proclamó el domingo pasado, por eso para meditarlo hay que leer no sólo este fragmento sino también la parte que ya se leyó anteriormente porque hay unidad.

El evangelista San Marcos al destacar y detallar los tiempos (al atardecer, por la mañana, etc) quiere contarnos cómo era un día en la vida y ministerio de Jesús. Se trata de un sábado, a la mañana Jesús va a la sinagoga a enseñar, luego se retira y al mediodía va a la casa de Pedro y allí cura a la suegra de este, y por la tarde cuando ya concluye el día se encuentra con el pueblo sufriente.

Finalmente nos dice que el Señor fue a orar a solas antes del amanecer, oración que será interrumpida por Pedro que va a buscarlo preocupado porque todos lo andan buscando. El Señor que no se deja seducir por un solo pueblo, le responde que la misión ahora será en otro pueblo, en otra comunidad.

De la suegra de Pedro, el relato sólo dice que estaba con fiebre y que el Señor la curó instantáneamente. Ella estaría enferma y molesta con Jesús porque hace unos pocos días ha elegido a Pedro y este lo siguió dejando su trabajo y pronto a su familia. Ella no entiende los designios de Dios. Entonces Jesús fue a explicarle cuáles eran sus pretensiones y cuántos beneficios recibirá toda la familia por esta respuesta del pescador. Es notable cómo la mujer recuperó su salud y se puso a servirlo.

Cuando concluye el día sábado, recién pueden llevar a los enfermos para que Jesús se encuentre con ellos, y al decir que la “ciudad entera” se refiere que todos en un mismo pueblo sufren distintos tipos de males. Es también para destacar la humildad del maestro que no quiere ser reconocido al prohibir a los espíritus que hagan algún comentario de él.

Finalmente y creo que esto es lo que más nos tiene que llamar la atención. Dice Marcos que en ese lugar querían retenerlo a Jesús pero, sabiendo el Señor para qué ha venido, decide seguir camino a otros pueblos porque allí debe hacer lo mismo que hizo en Cafarnaúm. Así es que Dios quiere obrar todos los días en nuestras comunidades y lo hace con nosotros y a través de nuestra tarea misionera.

¿Qué ha querido enseñarnos el autor de este evangelio con este relato? Ha querido mostrarnos cómo es la persona y el poder del Señor, cómo era un día en la vida de Jesús y cómo debe ser el día de un misionero. Jesús participa en el culto, en la enseñanza con la predicación, se encuentra con el pueblo que siempre lo busca y luego se encuentra con su Padre en la oración que recoge y sintetiza todas sus acciones.

EVANGELIO DOMINICAL

TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

25 DE ENERO DE 2009

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20

Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia.»
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.» Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
COMENTARIO
Este relato del evangelio pertenece al género literario vocación. A este género pertenecen algunos relatos muy conocidos del Antiguo Testamento. La experiencia vocacional los legitimaba como verdaderos profetas de Dios. El llamado los constituía en servidores especiales de Dios.

Los relatos vocacionales del Evangelio también tienen este sentido: es primero un llamado a la fe, pero también un llamado a asumir una misión especial dentro de la Iglesia.

En el Nuevo Testamento es Jesús quien llama, quien elige a sus discípulos, a diferencia de los otros maestros que eran elegidos por sus discípulos. Con esto se quiere mostrar la iniciativa divina y la libertad o posibilidad de respuesta que tiene el hombre.

San Marcos nos cuenta cómo Jesús llamó a sus primeros discípulos, se trata de Simón y Andrés, Santiago y Juan. Vemos que no los llama de la misma manera. Al primer par de hermanos los invita y les hace una promesa “los haré pescadores de hombres”; mientras que al segundo grupo sólo los llamó.

Tampoco la respuesta es igual por parte de cada grupo de hermanos. El primer grupo responde inmediatamente, esto significa que hay mayor disponibilidad en aquellos que tienen menos bienes. Mientras que los que poseen muchos bienes y riquezas lleva mayor tiempo para tomar la decisión y dar la respuesta.

Simón y Andrés sólo tenían sus redes, era lo único que debían dejar para seguir al Señor. Santiago y Juan tenían que renunciar a una pequeña empresa, a empleados y a una familia. El llamado de Jesús implica seguimiento a su persona y al mismo tiempo renuncia a aquellas cosas que pueden dificultar ese seguimiento.

Dios nos llama a un servicio especial dentro de la Iglesia porque para nosotros no es suficiente con un trabajo, una empresa, una familia, etc. alcanzar la felicidad plena que anhelamos. Si Dios nos ha elegido es porque primero ha pensado en nosotros. Si estamos convencidos de esta verdad, nosotros debemos pensar en Él y elegirlo como camino de nuestra vida.

EVANGELIO DOMINICAL

SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

18 DE ENERO DE 2009

Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 35-42

Estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: «Este es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: «¿Qué quieren?»
Ellos le respondieron: «Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?»
«Vengan y lo verán», les dijo.
Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías», que traducido significa Cristo.
Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas», que traducido significa Pedro.

COMENTARIO

En este texto san Juan nos cuenta sobre el primer encuentro que tuvo Jesús con algunos discípulos. A diferencia de los otros evangelios, para Juan estos discípulos ya tienen una preparación porque están bajo la dirección de Juan Bautista.

El encuentro de Jesús con ellos es un encuentro personal, íntimo, directo, en el que el Mesías se deja conocer, les muestra su realidad: donde vive y lo que hace, los invita a estar con Él y así los seduce con su figura.

Todo encuentro personal e íntimo con Jesús nunca queda guardado en una sola perso
na. Esta experiencia es tan fuerte que necesariamente lleva a compartirla con los demás, y siempre será con el hermano más próximo.
Para nosotros que tuvimos esta experiencia de encuentro con Él y que la tenemos todos los domingos en la Eucaristía, debe ser una necesidad compartirla con los demás. Nuestros hermanos deben saber que nosotros “hemos encontrado al Mesías”.

La prueba más concreta de amistad con el Señor es que queremos que siempre Él esté con nosotros y viceversa. Y la prueba de que lo amamos deberá reflejarse en el amor, respeto y servicio a cada hermano y a toda la comunidad.

EVANGELIO DOMINICAL

FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

DOMINGO 11 DE ENERO


Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 7-11

Juan predicaba, diciendo:
«Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo.»


En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección.»


COMENTARIO
Con la fiesta del Bautismo del Señor finaliza el tiempo de Navidad. En este tiempo hemos contemplado a Jesús en su nacimiento e infancia que son las manifestaciones de Dios a los pastores y a los paganos respectivamente. El Bautismo de Jesús es otra manifestación del Mesías y es para toda la humanidad. Con este hecho histórico y público queda de manifiesto que Jesús es el Hijo de Dios, el Salvador de todos los hombres.


En el relato del evangelio que se lee este domingo, Juan el Bautista aclara la diferencia que hay entre el bautismo que él administra y el que Jesús administrará después. El bautismo de Juan sólo toca lo exterior (con agua) mientras que el de Jesús (en el Espíritu Santo) renueva el interior del hombre dándole una nueva vida que procede de Dios. Con esto el evangelista quiere decirnos que Jesús realizará acciones que son privativas de Dios.

Con esta celebración, la Iglesia quiere también recordarnos que fuimos bautizados en Cristo, por lo tanto, hijos plenos de Dios, miembros de la Iglesia que Él ha fundado, y purificados de la mancha original. Por el bautismo se nos han abierto los cielos, recibimos el Espíritu Santo, Dios nos habla y nos capacita para la misión.

A muchos cristianos, al leer este pasaje del evangelio, les cuesta aceptar que Jesús haya sido bautizado. Lo cierto es que Jesús quiso ser visto entre los pecadores, y aun­que no lo necesitaba, se sometió también al baño de penitencia. Quiso compartir nuestra condición humana en todo, y no se aver­gonzó de colocarse en la fila de los pecadores, así como tampoco se avergonzó de nosotros cuando tomó sobre sí todos nuestros pecados y subió a la cruz como un delincuente. De esta manera, asumiendo nuestra condición, nos redimió.

San Pablo dice que Cristo no tenía ex­periencia de ningún pecado, pero sin embargo Dios lo aceptó como un sacrificio por el pecado en beneficio de todos nosotros, para que por medio de
Cristo nosotros quedáramos libres de todos los pecados.

El bautismo que recibió Jesús fue el modelo y comienzo de todos los bautismos que en adelante administraría la Iglesia. Siempre Dios va primero, Él tiene la iniciativa, Él nos invita, nos llama a participar de las cosas celestiales, de los vienes eternos. Nosotros tenemos la respuesta, desde y con nuestra libertad podemos responder sí o no. Los pecados no deben ser impedimento para acercarnos a Dios. Tampoco el miedo o la vergüenza han de ser obstáculos para seguir el camino de Jesús y realizar nuestra misión con Él.

La celebración del Bautismo del Señor nos hace revisar y preguntar cómo vamos desarrollando y viviendo la misión que recibimos el día de nuestro bautismo.

EVANGELIO DOMINICAL

SEGUNDO DOMINGO DE NAVIDAD


4 DE ENERO DE 2009

Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo.»
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.



Comentario.

Este domingo litúrgico se conoce como el Segundo Domingo después de Navidad. Entre la celebración del Nacimiento del Salvador y este domingo han pasado algunas fiestas muy importantes como La Sagrada Familia y María Madre de Dios. Podrían parecernos demasiadas fiestas en poco tiempo, sin embargo todas ellas ayudan a comprender y vivir mejor el sentido de la Navidad, o mejor dicho, nos ayudan a comprender que la Navidad es un misterio y por lo tanto cargado de sentido. Vamos a ver que este domingo es tan importante que si nos faltara la reflexión podríamos perder de vista el sentido auténtico de la Navidad.

La Navidad y los días subsiguientes nos han hecho contemplar el nacimiento de Jesús desde un pesebre, con la mirada tierna que nos provoca un niño, la familiaridad de la escena y su carácter de muy cotidiano. Si nos quedáramos con esta visión corremos el riesgo de ver y entender la navidad como una anécdota, como un cuentito, o quizás como un hecho que sucedió hace muchos años en un lugar muy lejano. Para ello debemos preguntarnos cuál es el horizonte o la perspectiva de este hecho histórico. Las lecturas y especialmente el Evangelio nos orientan en la dirección correcta.

El Evangelio de hoy es el Prólogo que San Juan quiso colocar antes de toda otra verdad teológica. Aquí no es Jesús el que habla, sino de quien se va a hablar. ¿De qué entonces nos quiere hablar la Iglesia por medio de este relato?

Nos quiere decir que, al contemplar al Niño recién nacido, envuelto en pañales y recostado en un pesebre, ese Niño es la misma Palabra de Dios que ha existido desde siempre, y que es el mismo Dios. Notemos que el relato está en lenguaje poético y es porque no se encuentran palabras apropiadas cuando se quiere hablar de un misterio.

La Palabra estaba al principio. La Palabra de Dios ha existido desde siempre, no comenzó a existir como las demás cosas. Desde toda la eternidad ha estado compartiendo el trono de Dios porque estaba junto a Dios.

La Palabra estaba en el mundo. Todo el mundo ha surgido a la existencia por la fuerza de la Palabra de Dios. El hombre puede reconocer en las cosas creadas que hay algo de Dios, aunque el evangelista diga melancólicamente: “La Palabra estaba en el mundo, pero el mundo no la conoció”.

La Palabra se hizo carne. La Palabra se hizo hombre como todos nosotros porque D
ios quería hablarnos de una manera más clara todavía. Pero san Juan en vez de usar la palabra “hombre” dice “carne” para indicar que la Palabra Todopoderosa, Creadora, que existió desde siempre y que comparte el trono y la gloria de Dios, ha tomado lo más débil para poder sufrir y morir.

De acuerdo al prólogo, la Palabra nos invita a contemplar y descubrir en el Niño del Pesebre a Dios presente en el mundo, que se ha hecho uno de nosotros sin dejar de ser lo que era: el mismo Dios. En ese Niño está Dios lleno de misericordia y fidelidad y desde esa presencia nos llama a vivir con alegría nuestra vida y a dialogar con él, nos invita a ser sus amigos y a formar una sola familia que es la de los hijos de Dios. Nos invita a renunciar a toda forma de egoísmo y soberbia y al mismo tiempo a abrirnos a Él y a los demás hombres. El Niño de Belén, envuelto en pañales, nos invita a descubrir los rasgos de Dios en todos los hombres, especialmente en los que son pobres y débiles como Jesús.

EVANGELIO DOMINICAL

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA


DOMINGO 28 DE DICIEMBRE

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 22-40

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
«Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos.»
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

COMENTARIO
Es interesante todo el relato del evangelio que se proclama este domingo en que la Iglesia celebra la Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, sin embargo nuestra propuesta será que reflexionemos sólo dos puntos que se desprenden de dos párrafos: del primero y del último.

1) Familia integrada. La familia de Jesús era una familia integrada en la comunidad que participaba en los ritos comunitarios. José y María son conscientes de que pertenecen a un pueblo que tiene una historia común. Ellos cumplen con la Ley de Dios prescrita en el libro del Levítico y así expresan los sentimientos más profundos de su fe y religión. La sagrada familia no entiende una religión al margen de la comunidad ni establece su propia forma de culto a Dios, ya que el culto es un acto esencialmente sentido y vivido en comunidad y de acuerdo con las formas comunitarias.

2) Una familia madura. En ese clima de fidelidad a la voluntad de Dios y de mutuo amor y respeto, "el niño crecía y se robustecía, y se llenaba de sabiduría”. En esta familia, el niño crecía y se desarrollaba no sólo en el aspecto físico, sino especialmente en sabiduría, es decir iba creciendo, formándose como persona, acumulando criterios, madurando espiritual y psicológicamente.

Su familia fue escuela de sabiduría, escuela que ayuda a descubrir el camino, que señala la voluntad de Dios; escuela que permite discernir la vocación propia, que ayuda a equilibrar sentimientos y actos; escuela que propone un objetivo claro y que mira el futuro cargado de esperanzas. La Sagrada Familia es una escuela que ha entendido y ha vivido su vocación como proyecto de Dios sirviendo a su Hijo y a todos los que están unidos a Él.

Lucas nos da una fórmula que vale para las familias de todas las épocas: la gran tarea de los padres es permitir y promocionar la madurez de sus hijos.

En esta fiesta será lindo descubrir las virtudes domésticas que reinaban en el hogar de Jesús: fidelidad, trabajo, honradez, obediencia, respeto mutuo entre los padres y el hijo... y será más lindo aún poder practicarlas y pedir que sigan teniendo vigencia en nuestras familias y en las generaciones venideras.

Para reflexionar

¿Como era la familia de Jesús?
¿Que valores encontramos en ella?
¿Cómo están nuestras familias hoy?
¿Qué podemos hacer para colaborar con toda familia?

EVANGELIO DOMINICAL

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

21 de diciembre de 2008

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.»
María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?»
El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios.»
María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho.» Y el Ángel se alejó.

PARA LA REFLEXIÓN

Quizás este sea uno de los relatos bíblicos mas leído, comentado e ilustrado en la fe católica, y la razón es porque nos cuenta el instante en que el Hijo de Dios fue anunciado y encarnado en el vientre de una mujer llamada María.

Además, este relato es propuesto por la Iglesia como modelo de disponibilidad para el servicio de las cosas de Dios. Muchos creyentes han encontrado en las palabras de María una manera de comprometerse seriamente con Dios.


El diálogo de la Anunciación representa la alianza que Dios hace con María en beneficio de la humanidad. El Sí de la Virgen María recupera la gracia, la obediencia que la humanidad había perdido en Eva.

El sí de María es fecundo, engendra vida y permite que los demás tengan vida. Es un Sí transformador que produce esperanzas y alegrías, proyecto y futuro. La fecundidad del Sí hace disipar los miedos y la tibieza, y crea disponibilidad.

Nuestro sí a Dios también debe ser fecundo y generoso, serio y creativo, dinámico y servicial. Debemos dar el sí para favorecer a tantos hermanos. Que nuestro sí sea firme, sincero y libre para que podamos servir a Dios con amor y alegría.

EVANGELIO DOMINICAL

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

14 DE DICIEMBRE DE 2008
Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28

Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino el testigo de la luz.
Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: «¿Quién eres tú?» El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: «Yo no soy el Mesías.»
«¿Quién eres, entonces?», le preguntaron: «¿Eres Elías?» Juan dijo: «No.»
«¿Eres el Profeta?» «Tampoco», respondió.
Ellos insistieron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?»
Y él les dijo: «Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.»
Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: «¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia.»
Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.

En este tercer domingo de adviento vuelve a aparecer la figura de Juan el Bautista, pero esta vez es para hacer algunas aclaraciones que están relacionas con el Mesías.

Más que un diálogo parece un interrogatorio que le hacen a Juan los sacerdotes y levitas. Y la primera pregunta es sobre su identidad. Pero Juan responde diciendo quien no es él: no es el Mesías ni Elías ni tampoco algún otro profeta.

Quien es entonces? Una respuesta muy triste que seguramente desanima a los interlocutores “Yo soy una voz que grita en el desierto”. Con esta respuesta pareciera decir que no es nada o nadie.

Luego se le cuestiona, si no es nada ni nadie porqué bautiza, es decir quién le dio poder para hacer esto? El solamente contesta que bautiza con agua y que hay otro que es superior a él pero que todavía nos es conocido, y que ya vendrá.

El Evangelista San Juan tiene especial cuidado en evitar la confusión que podría darse entre Juan Bautista y el Mesías por eso aclara que Juan vino como testigo, para que los demás creyeran por medio de su testimonio.

La única luz es Cristo, los demás son testigos de la luz y Juan era consciente de esto y por eso confesó y no lo ocultó que él no era el Mesías. Tenemos que ver en Juan el respeto hacia el Mesías dejándole o dándole el lugar que le corresponde.

Qué significa ser testigo?

· Los testigos son los que han presenciado el hecho. No se llama como testigo a un juicio a alguien a quien "le han contado" lo ocurrido, o a alguien que "se imagina" cómo ocurrió, sino a quien "vio" lo que ocurrió.
· Su papel en el juicio consiste en "declarar", contar aquello de lo que han sido testigos a las demás personas, que no han presenciado el hecho.

· Testigo es aquel que ha "visto, oído y tocado" un hecho o acontecimiento. "Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos". (1Jn 1,1). "…porque tú darás testimonio ante todos los hombres de lo que has visto y oído" (He 22,15).

· Una de las principales pruebas de la veracidad de lo que anunciaban, era que ellos habían sido testigos oculares de la vida de Jesús. "Porque no les hicimos conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo basados en fábulas ingeniosamente inventadas, sino como testigos oculares de su grandeza" (2Pe 1,16)

Cómo podemos ser testigos de Jesús? De qué manera?

· A través de las Escrituras podemos "ver" a Jesús.
· A través de la Iglesia, podemos "ver" y "oír" las palabras de Jesús. "Quien recibe a los que El ha enviado, a El lo recibe, y recibe también al Padre que lo envió" (Mt 10,40)
· En la oración podemos hablar con Jesús y "oír" su voz.
· En la vida diaria, sabiendo interpretar los signos de los tiempos, podemos "oír" su
voluntad.
· En nuestro prójimo podemos "tocar" a Jesús, que nos dijo: "Todo aquello que hagan por uno de mis hermanos, me lo están haciendo a mí" (Mt 25,40). Esto quiere decir que podemos ver, ayudar y compartir con Jesús, cuando lo hacemos con los más necesitados por amor a El.
· En la Eucaristía podemos "tocar" también a Jesús. "Tomen y coman, este es mi Cuerpo (…) Tomen y beban, esta es mi Sangre" (Mt 26,26-28).

Entonces, ser testigos de Jesús, en nuestros días, significa ser un cristiano auténtico, no sólo de palabra, sino cristianos activos, que se preocupan por conocer cada vez más a Jesús, por comunicarse con El y por poner en práctica sus enseñanzas sirviendo a los demás.



EVANGELIO DOMINICAL

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

7 de diciembre de 2008

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 1-8

Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.

Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino. Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos, así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.

Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: «Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo.»


ALGUNOS PUNTOS PARA PENSAR

En el segundo domingo de Adviento, todos los años, la liturgia de la Iglesia nos presenta la figura austera de Juan el Bautista. Es el profeta de la preparación inmediata que Dios quiere hacer con su pueblo. Es la voz de un mensajero que llama a la conversión o cambio de vida.

Con este relato se inicia el evangelio de san Marcos, cuyo autor nos anima con esta expresión “Comienzo de la Buena Noticia…” Podemos decir que la Buena Noticia de Dios que entrega a los hombres comienza con la predicación, presencia y testimonio de Juan Bautista.

La misión del precursor es tan importante que ha sido anunciada por los profetas del Antiguo Testamento, Malaquías e Isaías. Estos hablan de un profeta que vendrá a preparar el camino del Salvador. Se trata de un mensajero que preparará los corazones de tantos hombres y mujeres que ya no esperaban alcanzar la salvación.

La presencia de Juan Bautista es un signo de que se acerca el momento en que Dios hará su intervención definitiva en la historia de los hombres y para ello hay que estar preparados. El mensaje es alentador porque llama a la conversión y eso significa que el hombre es capaz de cambiar o mejorar su vida cuando se deja alcanzar por Dios que es misericordioso y está dispuesto a perdonar. Hasta ese momento, los impíos y los paganos habían escuchado sólo palabras de condenación.

Hoy, también nosotros estamos llamados a hacer un camino de preparación en nuestra vida y será a través de la conversión, por medio de la gracia que precede al Salvador. Toda preparación o conversión implica ruptura, abandono del pasado no feliz, del mal, de los vicios; y al mismo tiempo requiere cambio de mentalidad, adopción de un nuevo estilo de vida, inicio de una nueva vida a través de la enmienda; y para muchos será la restauración de la relación con Dios por medio del perdón de los pecados.

Para hablar con propiedad, diremos que este camino de preparación lo hará Dios en nosotros como lo hizo con el pueblo de la alianza durante muchos siglos y por medio de muchas personas. Esto quiere decir que la preparación será en el tiempo que Dios establece y con las personas que el pone en nuestro camino. Dejémonos ayudar cada día y en todo momento por Dios que nos habla a través de los profetas y de los acontecimientos.


Si es el Señor el que nos irá preparando en este tiempo, tendremos la certeza de que no será una preparación superficial, consumista y sentimental, sino profunda, sincera y seria. Esta preparación también debemos quererla, pedirla y hacerla con nuestra familia y con nuestros amigos.

Que la Virgen María, la mujer del Adviento, Madre del Niño de Belén, nos acompañe en este tiempo de gracia y salvación. Ella que fue dócil a la voz de Dios y estuvo atenta al cuidado de su Hijo nos ayude a descubrir en la Palabra del Señor el mensaje que debe animar constantemente nuestra vida. Así sea.

EVANGELIO DOMINICAL

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

30 de noviembre de 2008

Lectura del santo Evangelio según San Marcos. 13, 33-37

En aquél tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela.
Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos.
Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!»


La estructura del texto nos dice que el tema central de este relato es la insistente llamada a estar prevenidos o vigilantes. La expresión “estén prevenidos” al inicio, en el centro y al final de este pasaje del Evangelio de Marcos, indica cuál es el mensaje central para este domingo.

Puntos para la Reflexión.
El cristiano no puede adormecerse. Ha de vigilar constantemente. Nuestro Adviento ha de ser perpetuo. Exige un alerta continua, condicionante de toda nuestra vida en el tiempo. Requiere que siempre el alma esté esperando ansiosa y responsablemente a Cristo que llena la existencia del hombre y le da plenitud.

Vigilar significa estar constantemente alertas, despiertos, a la espera. Significa vivir una actitud de servicio, a disposición del amo que puede volver en cualquier momento. Implica lucha, esfuerzo, renuncia. Según este modo de vigilar no permite la falta de compromiso o la indiferencia.

El que vigila en sentido evangélico se da cuenta de las "señales", de los signos del tiempo presente, escucha el mensaje del Señor de la historia y del futuro del hombre, practica diariamente la justicia y está en pleno ejercicio del amor. Es una vigilancia gozosa que se expresa en la celebración y en el culto debido a Dios.

Vigilar es tener en cuenta a los otros, percatarse de los otros, aceptarlos, amarlos. Es fraternizar, reconocer que Dios es nuestro Padre y que nos ha enviado a su Hijo para que en Él seamos verdaderos hijos suyos y hermanos entre nosotros.

Lo malo de estar dormidos es el no darse cuenta de una presencia. El que se duerme se pierde lo que está aconteciendo a su alrededor.

Lo bueno de estar prevenidos es que se trata de una invitación a mirar el futuro, eso es esperanza. Pero es mirar el futuro haciendo la tarea que el Señor ha asignado a cada uno.



EVANGELIO DOMINICAL

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

23 de noviembre de 2008

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 31-46

Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver."
Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?"
Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo."
Luego dirá a los de su izquierda: "Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron."
Estos, a su vez, le preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?"
Y él les responderá: "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo."
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.»

Algunas ideas para la reflexión de este domingo partiendo del mismo relato.

1) El evangelio de hoy habla del encuentro de Jesús con los que no lo conocieron, es decir, con todos aquellos que por cualquier razón nunca se encontraron con Él. San Mateo se refiere a ellos según el modo de hablar de los judíos de entonces: "Todas las naciones" son los hombres y mujeres de las naciones paganas, los que proceden de los pueblos que no son el pueblo de Dios. Por eso algunos biblistas, en lugar de llamarle "el juicio universal" prefieren titular a este relato como "el juicio de las naciones" o “juicio de los paganos”.

2) La Liturgia de la Iglesia ha colocado este texto del evangelio en el domingo que celebra la solemnidad de Cristo Rey del Universo porque en él se proclama que la dignidad de Cristo recubre a quienes son menos importantes ante los ojos del mundo. Si aceptamos este dominio de Cristo sobre nosotros, debemos admitir que seremos juzgados también por la manera en que hayamos reconocido y reverenciado esa dignidad cada vez que nos encontramos con el pobre.

3) No se puede distinguir claramente entre los deberes para con Dios y los deberes para con los hombres, puesto que Jesucristo se identifica con cada hombre. Esta identificación, muestra que toda persona es "transparencia cristológica" que orienta hacia Dios. También se puede decir que los pobres y necesitados son una “realidad teológica” porque Dios está presente en ellos.

4) El juicio está construido en torno a la contraposición entre "hacer" y "no hacer". Lo esencial de la vida cristiana no es decir, y ni siquiera confesar a Cristo de palabra, sino practicar el amor concreto a los pobres, a los extraños y a los oprimidos.

5) "Todas las naciones" reunidas ante Jesús deben saber que las acciones indicadas en este texto son el criterio definitivo a la hora del juicio. Los paganos o los que no escucharon hablar nunca de Jesucristo serán examinados según las obras que realizaron en bien de cada persona y de toda la comunidad.

6) Muchos no pertenecen al Pueblo de Dios, sin embargo trabajan por el Reino de Dios y esto debe ser motivo de alegría, nunca de rivalidad y menos de envidia. Ahora, los que nos sentimos miembros de este Pueblo, muchas veces, con nuestra apatía y egoísmo, con nuestros celos y recelos, frenamos y retardamos el momento en el que Jesucristo ponga a los pies del Padre la creación entera, salvada y redimida por El.

EVANGELIO DOMINICAL

DOMINGO 33 TIEMPO ORDINARIO

16 de noviembre de 2008

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 14-30


Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
«El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió.
En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. "Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado." "Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor."
Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: "Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado." "Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor."
Llegó luego el que había recibido un solo talento. "Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!" Pero el señor le respondió: "Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses.
Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este
servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes."»

Para pensar

¿Sabes de tus talentos, aptitudes, capacidades, dones, etc.?
¿Te fijaste cuánto estás produciendo en la vida espiritual?
¿Estás ayudando a crecer a tu familia, a tus amigos y a tu comunidad?

No tengas miedo, no entierres tu talento.
Sé fiel en lo poco y el Señor te dará más.

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