EVANGELIO DOMINICAL

TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

25 DE ENERO DE 2009

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20

Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia.»
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.» Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
COMENTARIO
Este relato del evangelio pertenece al género literario vocación. A este género pertenecen algunos relatos muy conocidos del Antiguo Testamento. La experiencia vocacional los legitimaba como verdaderos profetas de Dios. El llamado los constituía en servidores especiales de Dios.

Los relatos vocacionales del Evangelio también tienen este sentido: es primero un llamado a la fe, pero también un llamado a asumir una misión especial dentro de la Iglesia.

En el Nuevo Testamento es Jesús quien llama, quien elige a sus discípulos, a diferencia de los otros maestros que eran elegidos por sus discípulos. Con esto se quiere mostrar la iniciativa divina y la libertad o posibilidad de respuesta que tiene el hombre.

San Marcos nos cuenta cómo Jesús llamó a sus primeros discípulos, se trata de Simón y Andrés, Santiago y Juan. Vemos que no los llama de la misma manera. Al primer par de hermanos los invita y les hace una promesa “los haré pescadores de hombres”; mientras que al segundo grupo sólo los llamó.

Tampoco la respuesta es igual por parte de cada grupo de hermanos. El primer grupo responde inmediatamente, esto significa que hay mayor disponibilidad en aquellos que tienen menos bienes. Mientras que los que poseen muchos bienes y riquezas lleva mayor tiempo para tomar la decisión y dar la respuesta.

Simón y Andrés sólo tenían sus redes, era lo único que debían dejar para seguir al Señor. Santiago y Juan tenían que renunciar a una pequeña empresa, a empleados y a una familia. El llamado de Jesús implica seguimiento a su persona y al mismo tiempo renuncia a aquellas cosas que pueden dificultar ese seguimiento.

Dios nos llama a un servicio especial dentro de la Iglesia porque para nosotros no es suficiente con un trabajo, una empresa, una familia, etc. alcanzar la felicidad plena que anhelamos. Si Dios nos ha elegido es porque primero ha pensado en nosotros. Si estamos convencidos de esta verdad, nosotros debemos pensar en Él y elegirlo como camino de nuestra vida.

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