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PASIÓN DE CRISTO
En el Nuevo Testamento tenemos 4 relatos distintos de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, porque son cuatro los autores que redactaron los hechos según el mensaje que cada uno quería dejar. Todo comenzó con aquellos que vivieron de cerca estos acontecimientos y luego los transmitían en forma oral y así los primeros cristianos iban conociendo la historia final de la vida terrena de Jesús. Pero cuando decidieron ponerlos por escrito, cada autor, basándose en su teología y teniendo en cuenta a los destinatarios, ha colocado elementos propios y por eso hoy tenemos cuatro versiones diferentes pero no contrarias, sino más bien complementarias. Gracias a esta diversidad, tenemos más detalles de la vida del Señor en su última etapa aquí en la tierra.
Según los biblistas actuales, el primer relato de la Pasión fue escrito por San Marcos. Luego siguieron Mateo, Lucas y Juan. Sabemos que el Misterio Pascual: Pasión, Muerte y Resurrección del Señor era un elemento central de la fe en los comienzos de la iglesia, ya que los evangelios se inician con la historia de la Pasión de Jesús. Y es para pensar que siendo tan importante la historia de la Pasión, nosotros sólo la leemos y meditamos durante las celebraciones litúrgicas que se realizan una vez al año, dentro de la Semana Santa.
Nosotros estamos familiarizados con el recorrido de la cruz en las catorce estaciones, que representan la jornada del Señor el último día de su vida, desde su arresto hasta su entierro. Es asombroso pensar que el Hijo de Dios soportó tanto sufrimiento y a veces nos cuesta aceptar. Pero también hubo victoria en el Calvario. La victoria fue reflejada en las palabras de Jesús cuando Él le dijo al Padre: “Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
A medida que reflexionamos sobre la Pasión de Jesús en estos últimos días de la Cuaresma, es importante recordar porqué pasó todo esto. Y la respuesta es simple: esto pasó por nosotros, por usted y por mí. Dios amó tanto al mundo que envió a su único Hijo a salvarnos de nuestras necedades y de tantas esclavitudes y males. No hay más amor que el del hombre que da la vida por sus amigos.
Mientras que nos acercamos a la Semana Santa de este año, debemos hacerlo con una conciencia mayor del favor divino que nos ha sido mostrado en el misterio pascual y con una confianza inagotable en el cuidado providencial de un Padre amoroso que algunas veces, puede parecer lejano, pero que no nos abandona, sobre todo en las horas de oscuridad.
En el Nuevo Testamento tenemos 4 relatos distintos de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, porque son cuatro los autores que redactaron los hechos según el mensaje que cada uno quería dejar. Todo comenzó con aquellos que vivieron de cerca estos acontecimientos y luego los transmitían en forma oral y así los primeros cristianos iban conociendo la historia final de la vida terrena de Jesús. Pero cuando decidieron ponerlos por escrito, cada autor, basándose en su teología y teniendo en cuenta a los destinatarios, ha colocado elementos propios y por eso hoy tenemos cuatro versiones diferentes pero no contrarias, sino más bien complementarias. Gracias a esta diversidad, tenemos más detalles de la vida del Señor en su última etapa aquí en la tierra.
Según los biblistas actuales, el primer relato de la Pasión fue escrito por San Marcos. Luego siguieron Mateo, Lucas y Juan. Sabemos que el Misterio Pascual: Pasión, Muerte y Resurrección del Señor era un elemento central de la fe en los comienzos de la iglesia, ya que los evangelios se inician con la historia de la Pasión de Jesús. Y es para pensar que siendo tan importante la historia de la Pasión, nosotros sólo la leemos y meditamos durante las celebraciones litúrgicas que se realizan una vez al año, dentro de la Semana Santa.
Nosotros estamos familiarizados con el recorrido de la cruz en las catorce estaciones, que representan la jornada del Señor el último día de su vida, desde su arresto hasta su entierro. Es asombroso pensar que el Hijo de Dios soportó tanto sufrimiento y a veces nos cuesta aceptar. Pero también hubo victoria en el Calvario. La victoria fue reflejada en las palabras de Jesús cuando Él le dijo al Padre: “Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
A medida que reflexionamos sobre la Pasión de Jesús en estos últimos días de la Cuaresma, es importante recordar porqué pasó todo esto. Y la respuesta es simple: esto pasó por nosotros, por usted y por mí. Dios amó tanto al mundo que envió a su único Hijo a salvarnos de nuestras necedades y de tantas esclavitudes y males. No hay más amor que el del hombre que da la vida por sus amigos.
Mientras que nos acercamos a la Semana Santa de este año, debemos hacerlo con una conciencia mayor del favor divino que nos ha sido mostrado en el misterio pascual y con una confianza inagotable en el cuidado providencial de un Padre amoroso que algunas veces, puede parecer lejano, pero que no nos abandona, sobre todo en las horas de oscuridad.
QUINTO DOMINGO DE CUARESMA
29 DE MARZO DE 2009
Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 20-33
Entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. El les respondió:
«Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.
El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: "Padre, líbrame de esta hora"? ¡Si para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre!»
Entonces se oyó una voz del cielo: «Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar.» La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel.»
Jesús respondió: «Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes. Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí.»
COMENTARIO
El evangelio de este domingo nos quiere introducir en la Semana Santa al decirnos que “ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre va a ser glorificado”. En muchos pasajes se viene hablando que llegará la hora de Jesús o el momento, es decir en el futuro sucederá algo en la vida de Jesús. Aquí se afirma que ya llegó.
El relato nos cuenta que Jesús está llegando a Jerusalén acompañado de sus discípulos. El motivo de esta peregrinación a la ciudad santa es la celebración de la pascua que los judíos la celebran todos los años. También en medio de esa multitud van los griegos a adorar a Dios y algunos parecen estar interesados en conocer a Jesús.
La hora de la gloria de Cristo es la de pasar desde este mundo al Padre. Por medio de su muerte llegará a la gloria de la resurrección. Cuando Jesús dice que va a ser glorificado por el Padre, está indicando el cambio que se dará en su humanidad. Desde toda la eternidad Él tenía la gloria junto al Padre, pero asumió una condición humana semejante a cualquier otro ser humano, hasta el punto de que también pudo padecer y morir.
¿Cómo sabe Jesús que su hora ha llegado? ¿Cuáles son los signos que revelan que éste es el momento? La hora se revela en el momento en que los judíos lo están aclamando como su rey y los griegos se acercan para conocerlo. Es una señal que recibe del Padre y en ella se le indica que ha llegado la hora tan esperada.
Para el evangelista Juan, la hora de Jesús se puede conocer y percibir cuando Él mismo expresa que es el centro hacia el cual se dirigen todos los hombres. Una vez que ha llegado la hora, el paso siguiente será subir a la cruz para luego morir y resucitar gloriosamente. Si Jesús hubiera sido ejecutado por los judíos, según las prescripciones de la Ley debería haber sido lapidado, pero en manos de los romanos debió ser levantado en alto cuando fue crucificado. Que toda la comunidad lo mate a pedradas dice levítico 24, 14-16
El Señor quiso iluminar a los discípulos explicándoles con tres parábolas cómo se da este paso hacia la gloria por medio de la muerte. Se compara con el grano de trigo que debe morir enterrado para que dé fruto. De la misma manera es necesario que Cristo pase por la dura y amarga experiencia de la muerte para poder dar vida a todos los que creen en él. Podríamos pensar que hubiera sido mejor que Cristo no muriera y se quedara para siempre con nosotros, pero hoy gracias a esta parábola podemos comprender el porqué de su partida.
Al tomar como ejemplo el grano de trigo quería evitar el escándalo de la muerte que para muchos representa el fracaso y el fin de todo. Según el ejemplo, el fracaso pasa por el hecho de quedarse solo y no morir. La muerte de Jesús da nuevo sentido y transforma la espantosa visión de la muerte humana.
El sepulcro de Cristo, así como la tumba de los cristianos, no es un monumento que encierra una destrucción definitiva. La muerte de Cristo es como la muerte del grano de trigo: de esa muerte nació la vida. Lo mismo tenemos que pensar de la muerte de los creyentes en Cristo: la muerte y la sepultura son signos de la esperanza de una feliz resurrección.
La segunda parábola habla del apego de las cosas a la vida o de la vida a las cosas como obstáculo para alcanzar la vida verdadera. Es que están los que aman la vida terrenal y se apegan a costumbres o vicios de tal manera que les impiden considerar los valores de la vida eterna y por eso la pierden; pero también están los que aman la vida verdadera y no temen arriesgarse a perder o entregarlo todo para generar vida en los demás.
La tercera parábola nos habla del servidor que debe seguir a Jesús hasta la muerte. El seguimiento implica algo más que el servicio, significa imitar a Jesús que será seguirlo hasta la muerte. Al único que se debe imitar es a Jesús porque sólo a Él debemos asemejarnos para, al mismo tiempo, dejar atrás las actitudes y pensamientos mundanos y falsos.
Las tres parábolas iluminan y ayudan al que quiera ponerla en práctica a llegar hasta donde está Jesús. El que viva de esta manera podrá participar de su misma gloria junto al Padre y será honrado por Él mismo Dios, así como Cristo será glorificado por el Padre al llegar a la Cruz.
Podríamos preguntarnos:
En la vida diaria, ¿quiénes son grano de trigo que mueren por nuestra
vida? ¿Cómo podemos ser grano de trigo para los demás?
¿Qué cosas del mundo nos impiden acercarnos a Dios y cuáles son obstáculos en nuestra misión de cristianos?
Como servidores del amor de Dios ¿estamos dispuestos a seguir a Jesús hasta las últimas consecuencias?
¿Cuál sería nuestra visión y mensaje acerca de la muerte de Cristo y de la muerte de todo ser humano?

Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 20-33
Entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. El les respondió:
«Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.
El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: "Padre, líbrame de esta hora"? ¡Si para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre!»
Entonces se oyó una voz del cielo: «Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar.» La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel.»
Jesús respondió: «Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes. Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí.»
COMENTARIO
El evangelio de este domingo nos quiere introducir en la Semana Santa al decirnos que “ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre va a ser glorificado”. En muchos pasajes se viene hablando que llegará la hora de Jesús o el momento, es decir en el futuro sucederá algo en la vida de Jesús. Aquí se afirma que ya llegó.
El relato nos cuenta que Jesús está llegando a Jerusalén acompañado de sus discípulos. El motivo de esta peregrinación a la ciudad santa es la celebración de la pascua que los judíos la celebran todos los años. También en medio de esa multitud van los griegos a adorar a Dios y algunos parecen estar interesados en conocer a Jesús.
La hora de la gloria de Cristo es la de pasar desde este mundo al Padre. Por medio de su muerte llegará a la gloria de la resurrección. Cuando Jesús dice que va a ser glorificado por el Padre, está indicando el cambio que se dará en su humanidad. Desde toda la eternidad Él tenía la gloria junto al Padre, pero asumió una condición humana semejante a cualquier otro ser humano, hasta el punto de que también pudo padecer y morir.
¿Cómo sabe Jesús que su hora ha llegado? ¿Cuáles son los signos que revelan que éste es el momento? La hora se revela en el momento en que los judíos lo están aclamando como su rey y los griegos se acercan para conocerlo. Es una señal que recibe del Padre y en ella se le indica que ha llegado la hora tan esperada.
Para el evangelista Juan, la hora de Jesús se puede conocer y percibir cuando Él mismo expresa que es el centro hacia el cual se dirigen todos los hombres. Una vez que ha llegado la hora, el paso siguiente será subir a la cruz para luego morir y resucitar gloriosamente. Si Jesús hubiera sido ejecutado por los judíos, según las prescripciones de la Ley debería haber sido lapidado, pero en manos de los romanos debió ser levantado en alto cuando fue crucificado. Que toda la comunidad lo mate a pedradas dice levítico 24, 14-16
El Señor quiso iluminar a los discípulos explicándoles con tres parábolas cómo se da este paso hacia la gloria por medio de la muerte. Se compara con el grano de trigo que debe morir enterrado para que dé fruto. De la misma manera es necesario que Cristo pase por la dura y amarga experiencia de la muerte para poder dar vida a todos los que creen en él. Podríamos pensar que hubiera sido mejor que Cristo no muriera y se quedara para siempre con nosotros, pero hoy gracias a esta parábola podemos comprender el porqué de su partida.
Al tomar como ejemplo el grano de trigo quería evitar el escándalo de la muerte que para muchos representa el fracaso y el fin de todo. Según el ejemplo, el fracaso pasa por el hecho de quedarse solo y no morir. La muerte de Jesús da nuevo sentido y transforma la espantosa visión de la muerte humana.
El sepulcro de Cristo, así como la tumba de los cristianos, no es un monumento que encierra una destrucción definitiva. La muerte de Cristo es como la muerte del grano de trigo: de esa muerte nació la vida. Lo mismo tenemos que pensar de la muerte de los creyentes en Cristo: la muerte y la sepultura son signos de la esperanza de una feliz resurrección.
La segunda parábola habla del apego de las cosas a la vida o de la vida a las cosas como obstáculo para alcanzar la vida verdadera. Es que están los que aman la vida terrenal y se apegan a costumbres o vicios de tal manera que les impiden considerar los valores de la vida eterna y por eso la pierden; pero también están los que aman la vida verdadera y no temen arriesgarse a perder o entregarlo todo para generar vida en los demás.
La tercera parábola nos habla del servidor que debe seguir a Jesús hasta la muerte. El seguimiento implica algo más que el servicio, significa imitar a Jesús que será seguirlo hasta la muerte. Al único que se debe imitar es a Jesús porque sólo a Él debemos asemejarnos para, al mismo tiempo, dejar atrás las actitudes y pensamientos mundanos y falsos.
Las tres parábolas iluminan y ayudan al que quiera ponerla en práctica a llegar hasta donde está Jesús. El que viva de esta manera podrá participar de su misma gloria junto al Padre y será honrado por Él mismo Dios, así como Cristo será glorificado por el Padre al llegar a la Cruz.
Podríamos preguntarnos:
En la vida diaria, ¿quiénes son grano de trigo que mueren por nuestra

¿Qué cosas del mundo nos impiden acercarnos a Dios y cuáles son obstáculos en nuestra misión de cristianos?
Como servidores del amor de Dios ¿estamos dispuestos a seguir a Jesús hasta las últimas consecuencias?
¿Cuál sería nuestra visión y mensaje acerca de la muerte de Cristo y de la muerte de todo ser humano?
TERCER DOMINGO DE CUARESMA
15 DE MARZO DE 2009
Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 13-25
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio.»
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?»
Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar.»
Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su Nombre al ver los signos que realizaba. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que lo informaran acerca de nadie: él sabía lo que hay en el interior del hombre.
COMENTARIO
En este tercer domingo el Evangelio de San Juan nos cuenta que una vez Jesús expulsó a los vendedores del templo. Este relato también se encuentra en los evangelios sinópticos pero con la diferencia de que éstos lo pusieron al final, mientras que Juan lo puso al comienzo de la vida pública de Jesús.
Para muchos resulta escandaloso ver a Jesús reaccionando de esta manera porque no es su estilo, sin embargo, otros justifican la actitud del Maestro que quiso hacer respetar la casa de su Padre. Lo cierto es que Jesús había venido para darle sentido a la ley, al culto, a las costumbres y a todas las actividades de los hombres.
Recordemos que para el Evangelista Juan, Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y a partir de su llegada el sentido del sacrificio ya no será el mismo, ya no harán falta las víctimas de animales ni los cambistas, y el templo que es una construcción material será ahora una construcción espiritual por el cual los hombres tendrán una nueva manera de encontrarse con Dios.
Son muchos los biblistas que afirman que el anuncio de Jesús sobre la destrucción del templo fue el motivo que aceleró su acusación, condenación y ejecución. Ningún judío iba a permitir que venga alguien a destruir lo más sagrado y que tanto había costado reconstruir. Los judíos no pueden entender la actitud de Jesús para con los mercaderes del templo ni las palabras que se refieren al nuevo templo. Durante el juicio a Jesús, los adversarios le recordarán estas palabras sobre la destrucción y reconstruc¬ción del templo y las presentarán como prueba para la sentencia de muerte.
Las palabras que el Señor pronunció sobre el templo, sólo se entienden a partir de su resurrección y el mismo evangelista se encarga de aclarar que los discípulos cuando vieron a Jesús resucitado recordaron estas palabras y creyeron en la Escritura y en todo lo que había enseñado.
¿Como es este templo que el Señor ha construido en tres días? El templo nuevo es el cuerpo resucitado del Señor, su humanidad gloriosa que une lo divino con lo humano. Jesucristo es la verdadera y única víctima de este sacrificio que hizo innece¬sarios a todos los demás.
Jesús es el único que puede purificar y corregir a los hombres cuando se desorientan y confunden el sentido de sus vidas y de sus actividades. En nuestro templo personal hay muchos mercaderes que deben ser expulsados y muchas costumbres que deben ser cambiadas o mejoradas.
Nosotros somos templos de Dios porque Él quiere habitar en nuestra vida. En esta Cuaresma dejémoslo entrar para que purifique nuestros pensamientos e ideas, para que sane las heridas, los malos sentimientos y nos renueve interiormente y así nos haga sentir el gozo de
l crecimiento espiritual mientras nos dirigimos hacia la Pascua.
No olvidemos que los templos materiales son figura de la Iglesia porque en ellos se nos da la Palabra de Dios y en ellos se celebran y reciben los sacramentos. Son figura del cielo porque en ellos ya se da comienzo al banquete celestial cada vez que celebramos la Eucaristía, y todos juntos cantamos las alabanzas del Señor. Pero todo esto se da porque nosotros estamos unidos en Cristo, que es el templo nuevo, único y verdadero, donde Dios se encuentra con la humanidad.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 13-25
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio.»
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?»
Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar.»
Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su Nombre al ver los signos que realizaba. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que lo informaran acerca de nadie: él sabía lo que hay en el interior del hombre.
COMENTARIO
En este tercer domingo el Evangelio de San Juan nos cuenta que una vez Jesús expulsó a los vendedores del templo. Este relato también se encuentra en los evangelios sinópticos pero con la diferencia de que éstos lo pusieron al final, mientras que Juan lo puso al comienzo de la vida pública de Jesús.
Para muchos resulta escandaloso ver a Jesús reaccionando de esta manera porque no es su estilo, sin embargo, otros justifican la actitud del Maestro que quiso hacer respetar la casa de su Padre. Lo cierto es que Jesús había venido para darle sentido a la ley, al culto, a las costumbres y a todas las actividades de los hombres.
Recordemos que para el Evangelista Juan, Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y a partir de su llegada el sentido del sacrificio ya no será el mismo, ya no harán falta las víctimas de animales ni los cambistas, y el templo que es una construcción material será ahora una construcción espiritual por el cual los hombres tendrán una nueva manera de encontrarse con Dios.
Son muchos los biblistas que afirman que el anuncio de Jesús sobre la destrucción del templo fue el motivo que aceleró su acusación, condenación y ejecución. Ningún judío iba a permitir que venga alguien a destruir lo más sagrado y que tanto había costado reconstruir. Los judíos no pueden entender la actitud de Jesús para con los mercaderes del templo ni las palabras que se refieren al nuevo templo. Durante el juicio a Jesús, los adversarios le recordarán estas palabras sobre la destrucción y reconstruc¬ción del templo y las presentarán como prueba para la sentencia de muerte.
Las palabras que el Señor pronunció sobre el templo, sólo se entienden a partir de su resurrección y el mismo evangelista se encarga de aclarar que los discípulos cuando vieron a Jesús resucitado recordaron estas palabras y creyeron en la Escritura y en todo lo que había enseñado.
¿Como es este templo que el Señor ha construido en tres días? El templo nuevo es el cuerpo resucitado del Señor, su humanidad gloriosa que une lo divino con lo humano. Jesucristo es la verdadera y única víctima de este sacrificio que hizo innece¬sarios a todos los demás.
Jesús es el único que puede purificar y corregir a los hombres cuando se desorientan y confunden el sentido de sus vidas y de sus actividades. En nuestro templo personal hay muchos mercaderes que deben ser expulsados y muchas costumbres que deben ser cambiadas o mejoradas.
Nosotros somos templos de Dios porque Él quiere habitar en nuestra vida. En esta Cuaresma dejémoslo entrar para que purifique nuestros pensamientos e ideas, para que sane las heridas, los malos sentimientos y nos renueve interiormente y así nos haga sentir el gozo de

No olvidemos que los templos materiales son figura de la Iglesia porque en ellos se nos da la Palabra de Dios y en ellos se celebran y reciben los sacramentos. Son figura del cielo porque en ellos ya se da comienzo al banquete celestial cada vez que celebramos la Eucaristía, y todos juntos cantamos las alabanzas del Señor. Pero todo esto se da porque nosotros estamos unidos en Cristo, que es el templo nuevo, único y verdadero, donde Dios se encuentra con la humanidad.
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
8 DE MARZO DE 2009
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 2-10
Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.
Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: «Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo.»
De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría «resucitar de entre los muertos.»
COMENTARIO
En el segundo domingo de cuaresma todos los años se lee el relato de la Transfiguración del Señor según el Evangelio que corresponde a cada ciclo. Debemos saber porqué la liturgia nos propone esta lectura y reflexión cuando recién estamos en el comienzo de la cuaresma.
No olvidemos que todos los domingos y los de cuaresma incluidos son domingos de pascua, es decir, ni la cuaresma le hace perder a los domingos el carácter pascual que poseen. En la reflexión dominical siempre aparece algún referente a la pascua.
La cuaresma está inseparablemente unida a la pascua, y así como se contempla el dolor, también se reflexiona sobre el gozo; y así como está presente la cruz, también se manifiesta la gloria.
En los evangelios sinópticos vamos a encontrar que luego del anuncio de la pasión los evangelistas han colocado el relato de la transfiguración que anticipa la resurrección.
Los discípulos que acompañan a Jesús en la transfiguración, estarán junto con Él en el Huerto de los Olivos. Ellos no habían entendido las palabras de la pasión, tampoco entienden ahora lo que significa resucitar de entre los muertos.
El primer domingo trata sobre el mal que se presenta como una gran tentación y que todo cristiano debe luchar para no dejarse vencer, mientras que el segundo habla del triunfo, representado en la nueva figura que adopta el que persevera.
Las tentaciones se dieron en el desierto, lugar donde está el adversario y las fieras, y la transfiguración tiene lugar en el monte, lugar de salvación y de encuentro pleno con Dios.
El camino que presenta la Cuaresma es semejante a la vida de todo cristiano porque la vida se va construyendo entre luces y sombras, con dolor y regocijo, sufrimiento y satisfacciones, tristezas y alegrías, desilusiones y esperanzas, fracasos y triunfos.
Nuestra vida experimenta constantemente la presencia fuerte del pecado, pero también percibe el descenso abundante de la Gracia. Nos alejamos no pocas veces de Dios y hasta queremos renunciar a nuestros buenos y sanos propósitos, pero también ciertos acontecimientos nos impulsan y nos acercan a Dios y nos hacen retomar el camino.
Mientras permanezcamos en este mundo caminaremos entre estas dos realidades pero debemos procurar que nuestra historia vaya tejiéndose de triunfos más que de fracasos, de
muchas alegrías y de menos tristezas. Para ello debemos participar en los eventos que nos transmitan alegrías y debemos relacionarnos con personas que nos comuniquen esta energía y con grupos que miran positivamente la vida.
No olvidemos que el Evangelio trae una clave para alcanzar la paz espiritual y discernir cuál es el camino que conduce a la felicidad. Es la voz del Padre que nos manda escuchar a su Hijo muy querido. En este tiempo y en toda nuestra vida debemos tener como luz y guía la Palabra de Jesús. Sus enseñanzas endulzan el alma y llenan nuestro corazón de amor y ternura. La Palabra del Señor si la escuchamos con humildad y docilidad y la ponemos en práctica irá transfigurando nuestra vida.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 2-10
Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.
Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: «Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo.»
De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría «resucitar de entre los muertos.»
COMENTARIO
En el segundo domingo de cuaresma todos los años se lee el relato de la Transfiguración del Señor según el Evangelio que corresponde a cada ciclo. Debemos saber porqué la liturgia nos propone esta lectura y reflexión cuando recién estamos en el comienzo de la cuaresma.
No olvidemos que todos los domingos y los de cuaresma incluidos son domingos de pascua, es decir, ni la cuaresma le hace perder a los domingos el carácter pascual que poseen. En la reflexión dominical siempre aparece algún referente a la pascua.
La cuaresma está inseparablemente unida a la pascua, y así como se contempla el dolor, también se reflexiona sobre el gozo; y así como está presente la cruz, también se manifiesta la gloria.
En los evangelios sinópticos vamos a encontrar que luego del anuncio de la pasión los evangelistas han colocado el relato de la transfiguración que anticipa la resurrección.
Los discípulos que acompañan a Jesús en la transfiguración, estarán junto con Él en el Huerto de los Olivos. Ellos no habían entendido las palabras de la pasión, tampoco entienden ahora lo que significa resucitar de entre los muertos.
El primer domingo trata sobre el mal que se presenta como una gran tentación y que todo cristiano debe luchar para no dejarse vencer, mientras que el segundo habla del triunfo, representado en la nueva figura que adopta el que persevera.
Las tentaciones se dieron en el desierto, lugar donde está el adversario y las fieras, y la transfiguración tiene lugar en el monte, lugar de salvación y de encuentro pleno con Dios.
El camino que presenta la Cuaresma es semejante a la vida de todo cristiano porque la vida se va construyendo entre luces y sombras, con dolor y regocijo, sufrimiento y satisfacciones, tristezas y alegrías, desilusiones y esperanzas, fracasos y triunfos.
Nuestra vida experimenta constantemente la presencia fuerte del pecado, pero también percibe el descenso abundante de la Gracia. Nos alejamos no pocas veces de Dios y hasta queremos renunciar a nuestros buenos y sanos propósitos, pero también ciertos acontecimientos nos impulsan y nos acercan a Dios y nos hacen retomar el camino.
Mientras permanezcamos en este mundo caminaremos entre estas dos realidades pero debemos procurar que nuestra historia vaya tejiéndose de triunfos más que de fracasos, de

No olvidemos que el Evangelio trae una clave para alcanzar la paz espiritual y discernir cuál es el camino que conduce a la felicidad. Es la voz del Padre que nos manda escuchar a su Hijo muy querido. En este tiempo y en toda nuestra vida debemos tener como luz y guía la Palabra de Jesús. Sus enseñanzas endulzan el alma y llenan nuestro corazón de amor y ternura. La Palabra del Señor si la escuchamos con humildad y docilidad y la ponemos en práctica irá transfigurando nuestra vida.
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
1 DE MARZO DE 2009
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 12-15
El Espíritu lo llevó al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia.»
COMENTARIO
Para muchos cristianos comienza este domingo prácticamente la Cuaresma, mientras que otros han vivido ya los días de introducción desde el miércoles de ceniza. Desde su inicio se proponen los elementos más tradicionales que ayudarán a vivir este tiempo (oración, limosna y ayuno), junto a otros recursos pedagógicos como el silencio del Aleluya y del Gloria, ambientación más austera, cantos propios del tiempo, las oraciones y los textos de la Palabra de Dios y el rezo del vía crucis.
La iglesia nos propone vivir la cuaresma como un camino espiritual hacia la Pascua, un camino de renovación interior haciendo penitencia y sacrificios, luchando contra todas las adversidades o tentaciones que encontramos en ese camino. Y el modelo en el que debe inspirarse todo cristiano es en Cristo que se enfrentó y superó todas las pruebas.
En este domingo, como todos los años, leemos el relato de las tentaciones de Jesús en el desierto, sólo que en este ciclo B meditamos el relato según san Marcos que es más breve que el de Mateo y Lucas. Marcos, a diferencia de los otros dos evangelistas no ha detallado cada una de las tentaciones pero incluye la presencia de las fieras que no se encuentran en los otros. Los cuarenta días en el desierto serán el modelo penitencial y preparatorio para la celebración de la Pascua.
Qué son las tentaciones y cómo fueron en la vida de Jesús?
La palabra 'tentación' significa 'prueba'. Se dice que alguien es 'tentado' cuando es 'puesto a prueba', es decir que se lo somete a un ejercicio para ver si es capaz de resistir o si funciona bien. De esta forma decimos que 'ponemos a prueba' un instrumento o una máquina para ver cómo funciona o cuánto resiste.
Los seres humanos somos 'tentados' cuando sentimos la fuerza que nos inclina hacia el mal y debemos esforzarnos para mantenernos en la fidelidad a Dios. Esa fuerza puede provenir del exterior, cuando el ambiente, las circunstancias o las personas que están a nuestro alrededor nos proponen formas de pensar o de actuar que son contrarias a la voluntad de Dios. Pero también podemos padecer la tentación desde nuestro interior, cuando esa fuerza viene de nuestra misma condición de pecadores, de los malos hábitos adquiridos, o de cualquier forma de mal que anida en nuestro interior. En el caso de Jesús, la tentación podía provenir solamente del exterior, porque en Él no habita ninguna forma de mal.
El relato de Marcos nos dice que el Espíritu llevó a Jesús al desierto, y aquí el desierto es lugar y tiempo de decisiones. Se opta por Dios o por el mal. Jesús confirma su opción por el proyecto de Dios en claro contraste con la opción que tomó Adán en el Antiguo Testamento. Satanás es presentado como el tentador que quiere hacer cambiar a Jesús en sus decisiones y así obstaculizar los planes de Dios. Recordemos que Jesús llamará Satanás al apóstol Pedro por intentar obstaculizar su proyecto.
Nosotros vivimos la experiencia de desierto porque todos los días debemos optar por Dios y su proyecto salvífico que es optar por la vida, por el amor y la unidad, por la paz, la justicia y el progreso. Todos los días somos tentados por el Adversario a renunciar al plan de Dios y a seguir un camino incierto y vacío, el camino del mal.
El tentador se presenta a través de las personas que no están de acuerdo que seamos cristianos comprometidos y fieles servidores del Señor. El tentador es muchas veces el compañero de trabajo o de estudio cuando rechaza toda invitación o enseñanza de la Palabra de Dios. Debemos saber que las tentaciones o las pruebas se intensifican en la medida que nos vamos aproximando a nuestro ideal.
El tiempo de cuaresma es tiempo de pruebas, pero también de gracia; es tiempo de desierto, pero más aún de fortaleza, y sobre todo es tiempo para tomar decisiones y optar por el camino del Maestro ya que nos invita a viajar juntos hasta Jerusalén, lugar de paz, resurrección y vida feliz.
Podemos percibir que ya desde el primer domingo, la cuaresma nos presenta el triunfo pascual del Señor Jesús que salió victorioso en todas las pruebas. Desde ahora la liturgia nos anima a perseverar en este camino mostrándonos a Jesús vencedor del Adversario y sus tentaciones.
Desde Cristo en adelante quienes se dejan guiar por el Espíritu salen siempre victoriosos, especialmente si conocen la Palabra de Dios y la practican, si reciben los sacramentos y obran la caridad, si hacen penitencia y los ejercicios de piedad. Si vivimos así la Cuaresma iremos experimentando en este camino el triunfo sobre el pecado y toda forma de muerte.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 12-15
El Espíritu lo llevó al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia.»
COMENTARIO
Para muchos cristianos comienza este domingo prácticamente la Cuaresma, mientras que otros han vivido ya los días de introducción desde el miércoles de ceniza. Desde su inicio se proponen los elementos más tradicionales que ayudarán a vivir este tiempo (oración, limosna y ayuno), junto a otros recursos pedagógicos como el silencio del Aleluya y del Gloria, ambientación más austera, cantos propios del tiempo, las oraciones y los textos de la Palabra de Dios y el rezo del vía crucis.
La iglesia nos propone vivir la cuaresma como un camino espiritual hacia la Pascua, un camino de renovación interior haciendo penitencia y sacrificios, luchando contra todas las adversidades o tentaciones que encontramos en ese camino. Y el modelo en el que debe inspirarse todo cristiano es en Cristo que se enfrentó y superó todas las pruebas.
En este domingo, como todos los años, leemos el relato de las tentaciones de Jesús en el desierto, sólo que en este ciclo B meditamos el relato según san Marcos que es más breve que el de Mateo y Lucas. Marcos, a diferencia de los otros dos evangelistas no ha detallado cada una de las tentaciones pero incluye la presencia de las fieras que no se encuentran en los otros. Los cuarenta días en el desierto serán el modelo penitencial y preparatorio para la celebración de la Pascua.
Qué son las tentaciones y cómo fueron en la vida de Jesús?
La palabra 'tentación' significa 'prueba'. Se dice que alguien es 'tentado' cuando es 'puesto a prueba', es decir que se lo somete a un ejercicio para ver si es capaz de resistir o si funciona bien. De esta forma decimos que 'ponemos a prueba' un instrumento o una máquina para ver cómo funciona o cuánto resiste.
Los seres humanos somos 'tentados' cuando sentimos la fuerza que nos inclina hacia el mal y debemos esforzarnos para mantenernos en la fidelidad a Dios. Esa fuerza puede provenir del exterior, cuando el ambiente, las circunstancias o las personas que están a nuestro alrededor nos proponen formas de pensar o de actuar que son contrarias a la voluntad de Dios. Pero también podemos padecer la tentación desde nuestro interior, cuando esa fuerza viene de nuestra misma condición de pecadores, de los malos hábitos adquiridos, o de cualquier forma de mal que anida en nuestro interior. En el caso de Jesús, la tentación podía provenir solamente del exterior, porque en Él no habita ninguna forma de mal.
El relato de Marcos nos dice que el Espíritu llevó a Jesús al desierto, y aquí el desierto es lugar y tiempo de decisiones. Se opta por Dios o por el mal. Jesús confirma su opción por el proyecto de Dios en claro contraste con la opción que tomó Adán en el Antiguo Testamento. Satanás es presentado como el tentador que quiere hacer cambiar a Jesús en sus decisiones y así obstaculizar los planes de Dios. Recordemos que Jesús llamará Satanás al apóstol Pedro por intentar obstaculizar su proyecto.
Nosotros vivimos la experiencia de desierto porque todos los días debemos optar por Dios y su proyecto salvífico que es optar por la vida, por el amor y la unidad, por la paz, la justicia y el progreso. Todos los días somos tentados por el Adversario a renunciar al plan de Dios y a seguir un camino incierto y vacío, el camino del mal.
El tentador se presenta a través de las personas que no están de acuerdo que seamos cristianos comprometidos y fieles servidores del Señor. El tentador es muchas veces el compañero de trabajo o de estudio cuando rechaza toda invitación o enseñanza de la Palabra de Dios. Debemos saber que las tentaciones o las pruebas se intensifican en la medida que nos vamos aproximando a nuestro ideal.
El tiempo de cuaresma es tiempo de pruebas, pero también de gracia; es tiempo de desierto, pero más aún de fortaleza, y sobre todo es tiempo para tomar decisiones y optar por el camino del Maestro ya que nos invita a viajar juntos hasta Jerusalén, lugar de paz, resurrección y vida feliz.

Podemos percibir que ya desde el primer domingo, la cuaresma nos presenta el triunfo pascual del Señor Jesús que salió victorioso en todas las pruebas. Desde ahora la liturgia nos anima a perseverar en este camino mostrándonos a Jesús vencedor del Adversario y sus tentaciones.
Desde Cristo en adelante quienes se dejan guiar por el Espíritu salen siempre victoriosos, especialmente si conocen la Palabra de Dios y la practican, si reciben los sacramentos y obran la caridad, si hacen penitencia y los ejercicios de piedad. Si vivimos así la Cuaresma iremos experimentando en este camino el triunfo sobre el pecado y toda forma de muerte.
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