VIGESIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

16 DE AGOSTO DE 2009

Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 51-59

Jesús dijo a los judíos:
«Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo.»
Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?» Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente.»
Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.

COMENTARIO

En este domingo seguimos leyendo y reflexionando el discurso del pan de Vida que el evangelista san Juan ha recogido y colocado luego de la multiplicación de los panes. Con esta explicación el autor quiere mostrarnos que aquel hecho prodigioso prefiguraba a Cristo pan de Vida, alimento para la vida eterna y para la salvación del mundo.

Como en todo el evangelio de Juan, también aquí el Señor no puede entenderse con sus interlocutores porque éstos interpretan equivocadamente sus palabras, ya que usan criterios del mundo, mientras que Jesús les habla con un lenguaje celestial.

Los judíos no podían entender que Jesús les ofrezca su carne como comida y por eso decían ¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne? La experiencia de comer carne humana era propia de las guerras y en el Antiguo Testamento se trataba de los grandes castigos con que Dios amenazaba al pueblo por sus pecados.

Pero la duda o la incomprensión se explicitan en la pregunta ¿Cómo puede…? Sería así: ¿Cómo es posible que un hombre estando vivo ofrezca su carne? Y es más incomprensible aún cuando el Señor afirma que quien no coma su carne no tendrá vida eterna.

La incomprensión y la repugnancia llegan al colmo cuando dice Jesús que también deben beber su sangre. Si el anuncio de comer su carne producía rechazo cuanto más la de beber su sangre. El Antiguo Testamento prohibía reiteradas veces beber sangre y el que no la cumplía era sentenciado a muerte.

¿Qué quiere decir Jesús cuando ofrece su cuerpo y su sangre? Debemos tener en cuenta que el Señor utiliza la expresión “Hijo del Hombre”. Según san Juan, el Hijo del Hombre, es el personaje celestial que desciende del cielo y retorna al Padre. El tiene poder para dar la vida y para juzgar. La carne y la sangre que ofrece como alimento necesario para obtener la vida no pertenecen a un cadáver, sino son carne y sangre glorificadas. La glorificación de la carne de Cristo es condición necesaria para que pueda dar la vida, y esa glorificación está en íntima relación con el Espíritu Santo, dador de vida.

También dice Jesús que su carne y su sangre son verdadera comida y verdadera bebida. Al decir que es "verdadera" comida y bebida descalifica en cierta forma a todo otro alimento: ningún otro alimento es "verdadero" sino sólo el cuerpo y la sangre de Cristo. Toda sustancia que se recibe como alimento tiene por finalidad asegurar la vida, pero los alimentos terrenales sólo pueden dar una vida efímera, como fue el 'maná' que los antepasados de Israel comieron en el desierto: les dio vida por poco tiempo. En cambio la carne y la sangre del Cristo glorioso llevan en sí la vida eterna. Él vive porque recibe la Vida eterna que proviene del Padre, y todo aquel que se alimenta de la carne y de la sangre de Cristo recibe esta Vida, y el que no los recibe carecerá de ella.

Una idea que puede ayudarnos a entender mejor el mensaje del pan de vida es que nosotros necesitamos alimentarnos diariamente para poder vivir. Nosotros comemos animales y plantas, nos alimentamos de ellos; los animales se alimentan de plantas o de otros animales; las plantas se alimentan de sustancias minerales que nosotros no podemos asimilar directamente.

¿
Qué significa "asimilar"? Hacer pasar a la propia sustancia. Yo como animales y plantas; soy yo quien vive, soy yo quien asimila: ellos entran en mi sustancia y se convierten en mí mismo. El fin de la nutrición es éste: la asimilación de las cosas a mi propia sustancia. Sin embargo, San Agustín dice que al recibir el Cuerpo de Cristo no seré yo el que lo cambie a Él en mí, sino Él quien me cambiará en Cristo.

Por la Eucaristía nosotros comemos a Cristo; pero entre el Señor y nosotros, él es quien vive, él es el más fuerte, el más activo; nosotros comemos, pero es él quien nos asimila a sí, hasta hacernos formar un solo ser con él. Sin anular nuestra personalidad, cobra certeza el hecho de que Cristo vive en mí. "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí; y aunque al presente vivo en carne, vivo en la fe del Hijo de Dios...(Ga, 2, 20).

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