DECIMO NOVENO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

8 DE AGOSTO DE 2009

Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 41-51

Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo.» Y decían: «¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: "Yo he bajado del cielo?"»
Jesús tomó la palabra y les dijo: «No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios.
Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.
Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo.»

COMENTARIO
En este domingo se continúa proclamando el capítulo 6 del Evangelio según san Juan. En el discurso sobre el Pan de Vida, el Señor desarrolla una especie de catequesis a su mejor estilo y pedagogía y la pone al alcance intelectual y vivencial de todos los hombres.

La declaración de Jesús: «Yo soy el pan bajado del cielo» no parece convencer a los judíos porque conocían muy bien a Jesús y a su familia. Se sabía que el Señor nació en el seno de una familia como todos los hombres, por lo tanto, no se puede aceptar que haya venido del cielo.

Pero Jesús les da una prueba de su procedencia divina cuando dice que los que se encuentran presentes hablando y escuchándolo a Él son convocados y atraídos por el Padre Dios que lo envió. Si fueron al encuentro de Jesús es por la fe que Dios ha puesto en cada uno; y es por esta misma fe por la que deben reconocer que Jesús ha descendido del cielo y ahora se entrega como alimento para todos.

La otra prueba es cuando afirma que solo Él conoce al Padre en su intimidad, es el único que lo ha visto tal cual es, y entre ellos hay una relación inseparable que lo que hace uno lo recibe también el otro. Con esto quería decir Jesús que por la fe recibida deberían reconocerlo como al mismo Dios.

Esta fe que recibió el pueblo judío es para creer en Jesucristo, en la vida eterna. Jesús es el Salvador esperado y anunciado, ya operante en el mundo, ahora deben reconocerlo, seguirlo y dejarse enseñar y alimentar por Él. Jesús es la comida para la salvación del mundo.

Jesús se presenta y se ofrece como “pan”. La razón de ser del pan es que fue hecho para alimentar, cuando se lo presenta en la mesa no es un adorno o algo que está para completar un espacio vacío. Está en la mesa para que sea comido por todos y es un verdadero alimento.

Toda persona, sabemos, es débil tanto corporal como espiritualmente y debe alimentarse todos los días para sostener ambas realidades. Para el evangelista Juan, la vida de los hombres sin Jesús es impensable e imposible. Nadie puede alcanzar plenitud fuera de Dios. Toda experiencia humana sin Dios es temporal, a corto plazo; mientras que con Dios es eterna.

Según el Maestro, creer es poseer ya la vida eterna. Creer es la experiencia o vivencia que el hombre debe hacer todos los días con su Creador, al cual no puede verlo ni palparlo. Creer implica apoyar la vida en Dios, es dejar que Dios sea el que alimente la vida. Creer es vivir según el designio de Dios, es adoptar un estilo de vida propuesto por Dios.

Muchos podrían decirnos que gran parte de la humanidad no necesita alimentarse de Dios para poder vivir. Es cierto que mucha gente vive sin Dios, pero ¿cómo será que vive esta gente? ¿Será vida realmente? ¿Podrán saborearla y disfrutarla o será que viven para soportarla y con mucho esfuerzo para conservarla?

Dios es la Vida. Sin el Creador y Salvador, la vida humana no tiene referencia, no tiene un camino, una meta clara y definida. Al no tener una dirección, el hombre fácilmente se pierde y pierde todas las posibilidades de crecimiento y superación. La vida que se construye solamente con lo humano es una construcción débil que cae estrepitosamente cuando vienen los vientos y las tormentas.

Jesucristo es el Pan de Vida. En su vida terrena pasó haciendo el bien y muchos hombres supieron descubrir en Él la vida misma. Luego de la multiplicación de los panes, Jesús se dejó encontrar por todos, especialmente por aquellos que lo necesitaban y así el fue alimento, fue pan para una multitud.

Para todos los que compartieron con Él, Jesús fue un hombre bueno, como esos de quien nosotros solemos decir: "es un trozo de pan", o "es más bueno que el pan". Jesús es más que un trozo de pan, es el Pan de Vida. Y nosotros lo recordamos y lo recibimos en cada Eucaristía.

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