EVANGELIO DOMINICAL


SEPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

22 DE FEBRERO DE 2009

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 2, 1-12

Unos días después, Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra.
Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo
un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.»
Unos escribas que estaban sentados allí pensab
an en su interior:
«¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?»
Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: «¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o "Levántate, toma tu camilla y camina"? Para que ustedes sepan que el Hijo de hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.»
El se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto nada igual.»

COMENTARIO

Este domingo comenzamos el capítulo de 2 de san Marcos y en él encontramos los primeros enfrentamientos de Jesús con los maestros de la ley que eran los Escribas. Hasta el capítulo 1 todo era éxito y alabanzas para Jesús, tanto por sus enseñanzas como por las curaciones que realizaba. A partir de ahora siguen los prodigios, pero también aparecen los signos de oposición.

Esta vez, Jesús cura a un paralítico y como si esto fuera poco le perdona también sus pecados. Este hecho da lugar a la controversia con los maestros de la ley porque según ellos sólo Dios puede perdonar los pecados. La palabra de Jesús suena escandalosa y con olor a blasfemia y es lo que provoca la reacción hostil de los escribas. A esta cuestión Jesús responde que si fuese un blasfemo, Dios no le concedería poder para realizar milagros y curar enfermos.

Aquí aparece por primera vez el título de Hijo del Hombre y nosotros podemos percibir que Jesús empieza a revelar el sentido más profundo de su misión; manifiesta para qué y para quiénes ha venido: para los enfermos y pecadores. El ha venido a salvar al hombre entero o a todo el hombre. Cuando Dios perdona re-crea al hombre, imagen de Dios, restaura la figura que ha sido deteriorada por el pecado.

Nosotros somos necesitados del perdón y la curación de Dios porque nos ubicamos en la línea de los pecadores y de los enfermos ya que llevamos heridas que la historia ha abierto y todavía no podemos cicatrizarlas. Son las heridas espirituales las que nos paralizan y nos impiden caminar y avanzar en la vida. La fe y la confianza en Jesucristo son el primer paso en el proceso de sanación.

Pero también este relato nos enseña y nos invita a examinar nuestras acciones o nuestras obras de caridad y misericordia. Dice san Marcos que cuatro voluntarios anónimos llevaron en una camilla al paralítico hasta el lugar donde estaba Jesús. ¿Qué descubrimos en estos hombres? ¿Qué actitudes están presentes en ellos? ¿Qué podemos aprender y hacer?

Los camilleros: 1) Son capaces de cargar con un enfermo y sus cosas; 2) saben donde encontrar a Jesús y presentarse ante Él; 3) su fe y confianza es plena que nada les impide llegar al lugar; 4) su amor es ingenioso y creativo al introducir al enfermo por el techo y 5) so
n sólo instrumentos que luego de acercar al paralítico hasta Jesús, desaparecen.

Pidamos este fin de semana que el Señor sane nuestras heridas físicas, espirituales y psicológicas, que nos ayude a superar los traumas que nos detienen la marcha y nos impiden crecer y madurar en la conducta y en las virtudes. Pero también hagamos un compromiso firme y serio en el servicio de acercar a los hombres a Dios, especialmente a los que sufren y no pueden conducirse por sí mismos.

No hay comentarios:

ULTIMA CENA