PARA REFLEXIONAR

LA MEDIDA DE LA JUSTICIA

Érase una vez una panadera de un pequeño pueblo que siempre compraba los ingredientes a los vecinos que vivían en las gran­jas locales. Compraba la mantequilla al mismo granjero, al igual que a otras personas les compraba la harina y los huevos, la miel y la fruta. Pero un día mientras hacía el pan creció en ella la des­confianza. Parecía que la mantequilla no tenía el peso de cos­tumbre. Lo observó durante unos días y se fue convenciendo de que estaba siendo estafada por el granjero. Así, al aumentar sus sospechas, comenzó a pesar cada paquete de mantequilla que traía a casa del almacén antes de utilizarla en sus recetas. Efectivamente, sus sospechas se confirmaron. Cada día los pa­quetes eran tan sólo un poquito más pequeños, más ligeros. La diferencia era mínima, apenas apreciable a menos que alguien lo comprobase cuidadosamente. Pero en el período de una semana era fácil calcularla. Se puso furiosa.

Al día siguiente se fue con sus cálculos al juez y solicitó que el hombre fuese arrestado inmediatamente y multado. Sólo el Señor sabía a cuántas personas estaba estafando, igual que la había estafado a ella. El hombre fue sacado a la fuerza de su granja, llevado ante al juez y juzgado en presencia de la pana­dera. El juez preguntó: «¿Dónde están tus pesas? Pretendo ave­riguar si estás estafando a esta buena mujer».

El pobre granjero dijo tartamudeando que no tenía pesas propias. «Bien», le preguntó, «¿qué usas para pesar las porcio­nes de mantequilla que vendes a la panadera y a los demás?».

«Es bastante fácil de explicar, señor», respondió el granje­ro, recuperando algo de confianza. «Cuando la panadera co­menzó a comprarme la mantequilla, yo comencé a comprarle el pan para mi familia. Compro una libra de pan y la uso para pesar la libra de mantequilla que le vendo a ella y a los demás. He estado usando su pan como medida. Si el peso de la mantequi­lla es menor es porque el peso de su pan también lo es».

La confusión y la consternación condujeron al reconoci­miento de la necesidad de un cambio, comenzando con el punto de vista de la panadera y también del juez.


PARA EL DIÁLOGO
¿Qué usamos nosotros para medir conductas y acciones, nuestras y ajenas?
¿Dónde crees que debe comenzar la justicia? ¿De qué manera?
¿Es posible la justicia entre los hombres? ¿Por qué?

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